Spartacus
  Xarxa sindical

12 Nov, 2006

EL TRABAJO, LA FAMILIA Y LOS PROBLEMAS EN LAS AULAS

Se ha desatado la alarma en los colegios. Los maestros se sienten impotentes e inseguros ante el comportamiento agresivo de ciertos alumnos poco controlables. Primero las medidas: más seguridad ante la impunidad de estos nuevos gamberros. Segundo: una reflexión profunda que nos encamine hacia la solución del problema. No es por ponerme nostálgico pero en mis tiempos –oye! que no hace tanto- la figura del maestro infundía respeto. Cuando llegabas a casa denunciando que el profe había sido injusto o desmedido en el castigo, tus padres te soltaban aquello de “algo habrás hecho tuâ€. Y más o menos ahí acababa todo. La autoridad del docente quedaba indemne y en tú pensado que, en el fondo, la culpa era tuya por no haber hecho los deberes. Esta descripción naïf de las relaciones que se producían en el triángulo maestro-alumno-padres, encierra a mi modo de ver, una parte de la respuesta de lo que puede estar pasando en las aulas. Pero la falta de tiempo para dedicar a los hijos es la otra gran parte del problema.


La desautorización de los maestros ante los alumnos se produce con la cobertura doméstica de unos padres que no tienen el tiempo ni la capacidad psicológica para aguantar las exigencias de sus hijos. Es verdad que hoy en día, tras la modificación de los roles en la familia, es necesario un esfuerzo añadido de los padres en la educación de sus hijos. La antigua división de papeles, a saber: el padre sale a trabajar para traer dinero a casa y la madre que se encarga de la administración del hogar y la crianza de los hijos, está próxima a ser historia. Y como consecuencia los dos, con menos tiempo y más cansancio, deben asumir el duro y complejo trabajo de ofrecer a sus hijos orientación, ejemplo y protección. Y nada de esto se puede sustituir por unas cuantas horas de Play-station, de navegación internauta, televisión o música. Nada.

Hoy en día muchos padres carecen del tiempo necesario para atender a los problemas cotidianos de sus hijos. La fatiga laboral les impide ofrecerles atención de calidad. En definitiva, están obligados a elegir entre la disponibilidad que se les exige en su trabajo y la que necesitarían prestar a sus descendencia. Tal es la presión del mundo laboral que en vez de negociar menos horas de trabajo, apuntamos hacia la administración para exigir que incremente las plazas de guarderías, amplíe las horas lectivas y reduzca o reordene el periodo de vacaciones de los escolares. Y no es que eso esté mal, seguro que no. Pero estaría mejor si en paralelo el trabajo nos permitiera ampliar nuestro espacio de relación doméstica con nuestros hijos. Para evitar perder el control de la situación; para evitar convertirnos en meros proveedores de bienestar material y ser verdaderamente padres. Por eso, cuando se produce la llamada del cole para poner en conocimiento de los progenitores que el comportamiento escolar de su hijo no es precisamente modélico, los padres ni se han enterado de lo que pasa. No han podido o no han sabido entender el comportamiento de su hijo, no han sido capaces de interpretar el problema de fondo en sus palabras o en sus silencios.

Es necesario que en una sociedad cada vez más compleja, donde se producen cambios a velocidad ADSL y, por definición, cualquier autoridad está permanentemente cuestionada, sea necesario crear las condiciones para que los padres puedan volver a ejercer con eficacia su papel.

Pero para eso necesitan tiempo. Tiempo para lo que ahora se llama conciliar la vida laboral con la familiar. Bueno, algunos modernos prefieren que en vez de familiar sea personal. Está bien. La adopción de horarios intensivos, la reducción de la jornada laboral incluso la mejora del transporte público, son medidas que favorecerían esa conciliación. Porqué la atención de calidad de los padres es estratégica. A los hechos me remito.


7235 lectures
comentaris
Afegeix comentari













BoldItalicLink




 authimage